DULCINEA DEL TOBOSO
PRIMERA PARTE
Dulcinea aparece al final del capítulo I, cuando Don Quijote está buscando una dama a la que amar, ya que es parte de su transformación a caballero. En realidad se llama Aldonza Lorenzo. Él le cambia el nombre porque tiene que ser el nombre de una princesa.
Ella es labradora y no sabe de la existencia de Don Quijote.
Según Don Quijote, ella es quien le empuja a convertirse en caballero andante y él, en respuesta, le dedica sus victorias en combate como ocurre en la batalla con el vizcaíno, que Don Quijote le pide al vizcaíno que vaya a El Toboso a ver Dulcinea como demostración de su fuerza.
Ella es el fruto de su brutal fuerza y sus habilidades caballerescas. Sin ella, Don Quijote no podría seguir en la caballería andante. Esto mismo ocurre en el capítulo XIX. Tras la liberación de los galeotes, Don Quijote y Sancho se recluyen en Sierra Morena para evitar a la Santa Hermandad. Aquí Don Quijote se pone en penitencia de Dulcinea para imitar a otros caballeros andantes.
Don Quijote encomienda a Sancho llevar una carta a Dulcinea, pero Sancho no llega hasta el Toboso y le miente a su amo contando que le entregó la carta mientras estaba ahechando fanegas de trigo, de modo que Sancho se inventó que ella le dijo que Don Quijote regresará de su penitencia a verla. Todo esto se lo creyó Don Quijote aunque no pudo ir a verla hasta su tercera salida.
​
​
SEGUNDA PARTE
En la segunda parte, Don Quijote y Sancho, en su tercera salida, acuden a El Toboso a ver a Dulcinea pero no consiguen encontrar su casa. Con esto, Sancho decide ir en solitario a encontrarla y mentir a su amo diciendo que Dulcinea es una moza que venía encima de un borrico junto con otras dos labradoras.
Cuando Don Quijote la ve no la reconoce como princesa. Ante la insistencia de Sancho, Don Quijote se cree que Dulcinea ha sido encantada, de modo que él no puede ver su verdadera apariencia pero los demás sí.
Más adelante, durante la estancia en el palacio de los duques, una noche que salieron de caza se presentó el mago Merlín diciendo que para desencantar a Dulcinea era necesario que Sancho se diera unos tres mil azotes. Pero estos tenían que ser con la voluntad de Sancho, no podían ser obligados. Sancho aceptó dárselos pese a estar en contra desde el principio. No fue hasta varios capítulos más tarde, que Don Quijote le recuerda a Sancho los azotes que se debe dar para el desencanto de su señora, pero este argumenta que no le apetece, que se los daría otro día. Sancho no comenzó a dárselos hasta después de que su amo fuera derrotado en Barcelona y, eso sí, a cambio de dinero. Una vez esto, Sancho se los comenzó a dar, pero cuando llevaba poco más de ocho decidió darlos al árbol para engañar a Don Quijote y que creyese que se los daba de verdad. Una vez cumplidos, el encanto de Dulcinea habría sido anulado, pero Don Quijote no acudió al Toboso a comprobarlo, llegó a su aldea y es allí donde falleció.
​
